domingo, 1 de junio de 2008

Nieve, Orhan Pamuk



Saludos lectores,


Como bien aventuró Marcel en la entrada anterior, Nieve de Orhan Pamuk tenía todos los números de ser la candidata ideal para iniciar el contenido de mi blog. Es la última novela que me he leído hasta le fecha y una de las que más me ha impactado. Mis más allegados saben cuanto me ha agradado y mi reciente obsesión por este autor, otra de sus novelas, Estambul, aguarda pacientemente en mi mesilla de noche a que me decida a iniciarla y poco a poco iré consiguiendo sus demás libros para ir reconstruyendo su obra. No en vano Pamuk ha recibido el premio Nóbel de literatura, pues realmente Nieve puede calificarse, sin temor a exagerar, como una auténtica proeza literaria.

Recorremos los caminos de Nieve de la mano de Ka, un poeta turco que, por una serie de circunstancias, decide viajar hasta la ciudad fronteriza de Kars dónde ha sucedido una inquietante ola de suicidios entre las jóvenes estudiantes y dónde el fenómeno meteorológico de la nieve siempre está presente. Nuestro personaje proviene de un ambiente cosmopolita de Estambul, ha estado exiliado en Occidente, luce un vistoso abrigo, los creyentes lo acusan de ateísmo y el gobierno no quiere que escriba sobre los suicidios. De modo que se ve acosado por los indiscretos espías policiales a lo largo de toda la novela. La ciudad de Kars está dibujada con precisión en toda su conmovedora miseria, pero sus habitantes se resisten a nuestro entendimiento, incluso uno de ellos, Facil, se dirige directamente a los lectores para decirnos que no creamos nada de lo que Orhan escriba en su novela, pues nadie a parte de ellos es capaz de comprender a los habitantes de Kars. La imponente presencia de las dos hermanas, Ipek y Kadif, en la vida de Ka dota de voz a las mujeres turcas, a la par que el coro de muchachas suicidadas es utilizado a voluntad según la posición ideológica de los demás personajes. La fuerza de los jóvenes estudiantes del instituto de Imanes y Predicadores habla por la religión, liderados clandestinamente por Azul, un persuasivo extremista islamista. Sin embargo Azul no ha conseguido anular del todo la inteligencia y voluntad de los hermanos de sangre Necip y Facil, que profesan cierta atracción hacia el ateo Ka con quien se sienten libres al exponer sus dudas y sus esperanzas tanto sobre sus creencias como sobre su futura novela de ciencia ficción. Gracias al colosal arte narrativo de Pamuk, somos capaces de entrever parte de la Turquía más profunda y menos conocida a través de los ojos de un turco y las palabras de otro que habla por él sin que por ello, ninguno de los dos se sienta ligado a los hechos que suceden pero, a la vez, incapaces de verse perteneciendo enteramente a otro país.

En su sexta novela Pamuk ha conseguido elevarse en Turquía como una eminencia de revuelo equivalente al que en Occidente tendría una estrella del Rock. La novela en si está plagada de sutilezas que inevitablemente perdemos a través de la traducción, por ejemplo nieve en turco se dice Kar, el protagonista se llama Ka y toda la historia sucede en la ciudad de Kars. Son estas pequeñas cosas las que confieren a Nieve una musicalidad especial que a nosotros solo nos llega a medias pero que el traductor, amablemente, nos va guiando por el camino. La brutal crítica política que contiene dicha novela le ha causado a Pamuk represalias de todo tipo en su país, tanto en boca de islamistas extremos como en la de laicistas convencidos del bien de la occidentalización. Conseguir enfadar a todas las posiciones, a la vez que crear un libro digno de ser nombrado merece, sin duda, ser considerado no sólo una proeza literaria, sino también una lectura esencial para estos tiempos.

De modo que tras esta redundante frase, solo me queda la esperanza que mi entrada completamente parcial os haya abierto las ganas de indagar sobre esta novela con vuestros propios ojos.

4 comentarios:

Marcel dijo...

A pesar de que todos sabemos qué escritor dio mejor uso a la "K." (no me considero digno de nombrarlo), el brillo de tus ojos cuando nos decías que ibas a casa a leer, sumado al buen resumen que has hecho, me oliga moralmente a leerme Nieve. Aun así, tendrá que esperar...

Carol dijo...

Kafka es bueno, si y K. es él en todo su esplendor. Pero Pamuk es Ka, con una diminuta a al lado de la gran K para demostrar que él no es Kafka, que él no se acabará refugiando en lo hondo de tu sien para susurrarte extraños pensamientos al oído ni acabará haciéndote delirar, a ratos. Nieve es otra cosa, grande, buena y digna pero no es Kafka, su único punto en común es única y exclusivamente la letra K.

Veo que tendré que hablar de Kafka otro día, o quizá te ceda el honor de ser tu quien hables de él.

Marcel dijo...

Lo malo de Kafka es que no soy capaz de comprender qué trata de susurrarme...

Carol dijo...

Lamentablemente nadie es capaz, pero es interesante intentarlo y a veces acaban saliendo cosas curiosas después de leerlo y releerlo.