domingo, 17 de junio de 2012

La ironía de Eduardo Mendoza

¡Saludos lectores!

Hoy le dedico la entrada al gran escritor Eduardo Mendoza. Tiene la habilidad de sorprenderme con cada nuevo libro que leo. Uno de los libros que me regalaron (y que casualmente yo también regalé a la misma persona) para el pasado Sant Jordi fue "El enredo de la bolsa y la vida". En los tiempos que corren que leer un periódico es motivo de llanto y ver las noticias casi te empuja a saltar por el balcón de lo desesperante de las situaciones económico-políticas de todo el mundo, disponer de un buen libro que te arranca una sonrisa quieras o no quieras es el mejor de los remedios. Mendoza siempre ha sido un experto en estos temas, con su afilada ironía ataca, reduce y da la vuelta a las situaciones más rocambolescas haciéndolas actuales y risibles. Por eso, por sus agudas críticas y su facilidad para arrancarte sonrisas e incluso alguna que otra carcajada es fácil que ambos decidiéramos regalarnos el mismo libro.

Tras haberlo leído y en una pausa de mi estudio para mis exámenes finales de la carrera (finales en el sentido de que son los últimos que haré en mi vida) me dedico a comentar brevemente  y sin entrar en demasiados pormenores de la trama del libro la última novela de Eduardo Mendoza. 

Corren tiempos de crisis y otra vez contra su voluntad el famoso detective loco vuelve a ejercer sus servicios  desinteresados en la Barcelona actual. La novela arranca con la misteriosa desaparición de un antiguo amigo del sanatorio mental. Eso desencadena la entrada en acción de Quesito una adolescente peculiar que sabe todo de nuestro detective. Durante la complicada trama y subtramas de la novela aparecen pintorescos personajes que aportan su granito de arena a la investigación y a la sátira genial de la Europa actual. Personajes callejeros, hombres-estatuas, músicos ambulantes, una familia china propietaria de un gran bazar y algunos personajes famosos, reales y de marcada actualidad como la mismísima Ángela Merkel mueven sus piezas y cumplen su función la acción se sucede de forma cada vez más inesperada y más absurda desencadenando sin cesar carcajadas del lector. 

Es una novela surrealista, rápida y divertida perfecta para quien quiera desentenderse del mundo real para caer en otro mundo paralelo que sucede en el mismo escenario político-económico-social en el que vive. Pese a no llegar, en mi opinión, a la altura casi inalcanzable de "la aventura del tocador de señoras" ésta nueva obra de Mendoza se merece, sin duda, un gran aplauso.