martes, 10 de junio de 2008

Yasunari Kawabata


Saludos lectores,

Hoy voy a hablar de uno de mis escritores preferidos, Yasunari Kawabata. Lo cierto es que lo descubrí por casualidad durante varano de 2004 que pasé una larga temporada en Olmeda de Cobeta, dónde a falta de otra cosa que hacer me dio por leer largo y tendido. Acabé más pronto de lo que creía mis suministros de lectura así que para pasar el resto del verano ataqué la estantería de mi padre. Allí entre otros libros se encontraba “Kyoto”. Lo leí ávidamente y esa fue la puerta que me adentró al mundo de Kawabata. No sopesé la posibilidad de leer más de Kawabata hasta este año durante el que, por otro casual, cayó en mis manos un ejemplar de “El rumor de la montaña”.

Kawabata a tuvo una vida llena de sobresaltos, nació en Osaka y pronto se quedó huérfano, vivió mucho tiempo en la ciudad de Kamakura, a las afueras de Tokio con su abuelo, hasta que este también falleció. La soledad de su infancia y su juventud hizo mella en su vida y, por supuesto, también en su obra. Estudió filología japonesa en Tokio pero fue ávido lector de célebres escritores ingleses. Durante su juventud experimentó también un gran interés por el mundo del cine e incluso colaboró en el guión de "Una página de locura", película de Teinosuke Kinugasa que espero que pueda llegar a mis manos durante algún momento de mi vida.

La mayoría de sus novelas ocurren en Kamakura ciudad que, pese a no haberla visto en mi vida puedo conocerla palmo a palmo gracias a la delicada descripción que hace de ella cada vez que aparece, bajo distintos puntos de vista con unos u otros personajes pero siempre bajo el son del Shinkankaku-ha. El Shinkankaku-ha no es más que el estilo o la escuela bajo la que normalmente escribe Kawabata, literalmente significa algo así como “la nueva escuela de las sensaciones”. Se trata de un estilo que no he encontrado en otro autor, fresco y rico en adjetivos, de descripción casi constante pero precisa y nada engorrosa. Con la naturaleza siempre presente que se une y se entrelaza a lo que sería el hilo argumental de la novela como si fuese una presencia mística imparable, indomable pero tan grande, fuerte a la par que delicada, como cada una de las personas que nacen, viven y mueren en cada fragmento de los libros de Kawabata. La importancia del ritmo, las imágenes, la capacidad para describir cosas sorprendentes fueron intereses que proclamaron las revistas de su época como algo nuevo y deslumbrante. Más tarde abandono, en parte, el Shinkakaku-ha para centrarse en La Escuela del Nuevo Arte que acentúa la urbanidad y la atracción por lo erótico, grotesco y sin sentido en un contrapunto único y completamente suyo. Sin embargo, todas sus novelas tienen algo en común, una esencia compartida que, a veces, me inclino a pensar que puede tratarse del alma del autor aunque muy probablemente no sea nada más que una lisonja poética que permito que aflore en mi cerebro.

Durante su primera etapa escribió una serie de relatos breves que denominó “Historias de la palma de la mano”. Se trata de cuentos breves, la mayoría con un rasgo de inacabado, de apunte o de fragmento con una lógica muy peculiar, es esta narrativa concentrada la que se encuentra al lado de Kawabata durante toda su obra. Tres meses antes de su muerte Kawabata realizó una obra inédita, redujo su obra más conocida, "País de Nieve", a un cuento de la palma de la mano. Nadie acaba de comprender el porqué de esta miniaturización que, algunos aseguran, fue la que le impulsó al suicidio a la edad de 72 años quitándose la vida inhalando gas.

4 comentarios:

Marcel dijo...

Siento discrepar de la calidad de este escritor o, al menos, de lo que dices de él, ya que no he leído nada suyo. Le mera descripción, la que se hace con la belleza como fin, me resulta superficial y poco interesante. Es la belleza de l@s model@s, elegantes sobre la pasarela pero poco profundos fuera de ella. Para mí, toda literatura ha de traspasar la frontera de la palabra y adentrarse en el país de la trascendencia, pues la belleza y la bondad son, en realidad, una misma cosa.
Los ejemplos hitóricos corroboran mi opinión, a pesar de que yo mismo soy el primero que simpatizo con lo innecesariamente decoroso. Me gustaría saber más del autor que nos presentas, pero no tengo tiempo de leer un libro entero. Podrías seleccionar un fragmento?

Gracias por saciar mi sed de literatura con "este tu nuevo blog".

1abrazo

Carol dijo...

La descripción con la belleza como fin no es el motor de la obra de Kawabata, esta ahí presente constantemente como acompañante perpétua y si, quiza innecesaria, de cada uno de sus fragmentos pero no es una obra superficial y elegante como las modelos de las pasarelas. Creo recordar que dijiste una vez que el premio Nóbel era el único del que te fiabas actualmente, pues ¿realmente piensas que darían el Nobel a una obra banal?

Bien, se que los japoneses no son de tu agrado pero un dia de estos colgaré una de sus historias de la palma de la mano para que entonces, si solo entonces, puedas hablar con conocimiento de causa sobre Kawabata.

Me alegra sobremanera saciar tu sed de literatura.

Anónimo dijo...

Primero comentar que me encanta el modo de seleccionar el libro. Hace unos dias, en mis interminables y provechosas (si, claro) sesiones de canguro hasta las 12 i pico vi el programa de literatura del 33, uno de los contertulios dijo una brillante frase:

Dejad que los niños se aburran hasta la lectura.

Me encantó. Hay que recuperar en los adolescentes gilipollas y los críos idólatras el interés por la lectura, por el consumo de sensaciones que es el arte. Solo así progresaremos. Kyoto lo ví el otro día en la estantería de mis padres, pero cogí el perfume, ya que debo ser uno de los pocos parásitos de la sociedad que todavía no sabía de qué iba.

dani

Carol dijo...

Me alegro que te pases por aquí Dani, siempre es grato recibir la visita de un genuino artista.

Cierto es que la mayoría de adolescentes gilipollas y críos idólatras no saben que es un libro ni aunque les obliguen a leerlo. Pero siempre hay una pequeña minoría que se interesa por ellos, ya sea a temprana edad o bien adentrada su vida, que ya tienen interés por la lectura y una cierta idea de lo que es el arte y, fíjate, esos son los que importan, los que interesan. Pues, hoy por hoy, no hay ninguna privación ni ningún tipo de veta para quien quiera leer o enterarse un poco del arte. Así que aquel o aquella que está desinteresado, simplemente es porque ha escogido estarlo. De modo que por ellos no me preocupo, vivirán menos y peor.

Te recomiendo altamente que cuando finalices con "El perfume" te aventures a iniciar "Kyoto" estoy segura que va a gustarte.