lunes, 23 de junio de 2008

¡Maldito baile de muertos!

Hoy, por primera vez, se fijó en los buitres del acantilado, y pensó en su propia muerte. Mirando al pasado se ha dado cuenta que no hay nada de lo que se sienta orgullosa, pero tampoco le ha importado demasiado. Solo se ha visto invadida por un extraño sentimiento que no puede definir del todo, una especie de melancolía triste, llena de desencanto. Se ha descubierto dándose cuenta de lo muy poco, incluso inexistente, que ha hecho nunca. Pura nulidad, desamparada, sola y sabiendo lo necesario de la soledad para el conocimiento de uno mismo.

Un autoanálisis exhaustivo, incompleto, incongruente… Soledad acompañada de la mano de su propia compañía, básica, y sí, admirable.

A veces comparaba el acantilado con un pozo de sabiduría. Quizá no fuera sabio, pero sabía usar las palabras y llenar el corazón. No como ella, que con un solo gesto o una palabra de consuelo conseguía mitigar el dolor hasta hacerlo disminuir transformándolo en un gránulo perfectamente manejable y fácil de esconder. Creedme, no es muy complicado ser como ella. Únicamente es cuestión de desprenderse de la conciencia, sin dejar se ser, uno se rige por el equilibrio interior, basado en la no culpabilidad de los hechos. Ella puede dormir sin desvelarse, sin pesadillas, sin frustraciones ni ningún tipo de sufrimiento. Simple y llanamente por el goce del dormir por dormir. Puede dejarse llevar de pleno a un mundo paralelo dónde todo es o no es o fue o dejó de ser, segura de su voluntad y siempre por el propio placer, sin provocar ningún daño en los demás seres. Duerme sin tener que despertarse y acudir a la inminente llamada de la realidad. Pero sabe que si se refugia entre sueños, deseos y anhelos vivirá en sueños, en ficciones, sin vivir, y cuando se acabe descubrirá su mísera existencia.

Hoy, por primera vez, se fijó en el vuelo de los buitres del acantilado. Y ha descubierto una extraña capacidad para observar, ha aprendido que casi sin hablar puede llegar a formarse un esbozo algo parecido a la realidad. Ella es impresionable y capaz de admirar en los demás las virtudes y habilidades que ella no tiene. Mirando el vuelo circular de los buitres se ha dado cuenta que ansía saber más, comprender, adelantarse a sus actos, seguir sus pensamientos… Resulta, que el conocer a medias el alma noble del acantilado, superior e inquietante le alborota los sentidos y le entumece el cerebro. Desespera por estar al tanto de los futuros senderos que recorrerá, pues le alegrará conocer sus palabras y sus consejos, porque cree que pueden ayudarla, de modo un tanto inhabitual, a mejorar como persona. Pero se siente impotente frente al gran tamaño del acantilado y la noble danza de sus hijos, no consigue comprender su lenguaje.

No deja de intranquilizarse pues se guía por intuición, instinto o corazonada y cada vez más a menudo deja olvidada la razón. Hasta que se une a la danza desesperante, trazando círculos concéntricos en el aire. Y ellos siguen danzando, esperando a que, agotada, les deje culminar su baile.

Marzo 2008

2 comentarios:

Marcel dijo...

¡Qué sarta de verdades!

Sentir-me insignificant i efímer contemplant la natura és una cosa que espero no deixar de fer mai.
Si fóssim objectius en els nostres judicis, la depressió seria la única resposta coherent.
Molt bo el text, contingut i forma.

Gràcies un cop més...

Carol dijo...

Gràcies a tu per llegir-me! Veure que hi ha coses que escric que poden arribar a fer que algú se senti identificat m'omple d'un sentiment gens coherent. I m'agrada, tot i que no ho mereixi.

Desgraciadament, la depressió és un sentiment que de tant en tant ens arriba a tots. Però no se si arriba com a fruit d'un judici objectiu, o si el judici objectiu és conseqüència de la depressió, o si només ens deprimim perquè no podem estar sempre contents... De fet, quasi és impossible fer un judici objectiu d'un mateix. Almenys jo, que sempre acabo per passar-me o per quedar-me curta, crec que sóc bastant propensa a la subjectivitat.