domingo, 22 de mayo de 2011

Ratonlandia

Saludos lectores,

Hoy no puedo hablar de otra cosa que no sea de la fábula de Thomas Douglas, Ratonlandia (o Tierra de Ratones). Así, de forma rápida y concisa Thomas Douglas fue un pastor Bautista nacido en Escocia, más tarde se mudó a Canadá donde condujo el primer gobierno Socialista y donde introdujo el sistema de salud público canadiense. El caso es que entre sus incontables labores políticas también tiene una vertiente artística que se refleja en el discurso que dio en 1962 en forma de fábula de la que inevitablemente hablamos hoy, "Ratonlandia" (Mouseland de título original).

Para no daros demasiado la brasa con mis ideas sobre el tema, me voy a limitar a dejaros aquí el discurso subtitulado en español para que juzguéis vosotros mismos y lo extrapoléis como creáis conveniente al día de hoy:



Y ya, sin más preámbulos instaros a que vayas a votar.

viernes, 8 de abril de 2011

¿Y porqué no?

Corría el año 1919, aparentemente todo seguía igual. Era un mes de Junio similar a todos los veranos transcurridos hasta entonces, hacía calor y nadie se aventuraba a pasear por las calles durante el mediodía. Precisamente por eso Miquel había escogido esas horas para deambular por el barrio, sintiéndose solo, desamparado y exigiéndose ánimos para seguir adelante, obligado a creer en un futuro cuando el presente era tan turbio que no tenía fuerzas ni para dormir. Caminaba sin ver, los ojos clavados en el suelo, esquivando la compasión de sus vecinos. Odiaba su barrio, su casa, su calle, sus vecinos, todo aquello que le recordaba su vida anterior, la felicidad, la familia. Ya no podía hablar con nadie, solo inspiraba pena, todos hablaban para castigarle haciéndole revivir su mala suerte, hurgando en su dolor, recordándole los detalles más insignificantes del pasado que, ahora, al no tenerlos le arrancaban gruesas lágrimas melancólicas de unos ojos que parecían incapaces de secarse. Era él, era su vida, y no podía soportar otra mirada de piedad, ni más cuchicheos condolientes, ni palabras esperanzadoras, ni entrever por el rabillo del ojo viejas mujeres santiguándose cada vez que pasaba cerca de ellas. Por eso paseaba cuando no había nadie, cuando el calor era insoportable o cuando la noche era tan oscura que era imposible diferenciar una figura de otra. A pesar del cambio drástico que había experimentado su vida jamás podría cambiar de barrio, ni de calle, ni de casa. Todos y cada uno de los rincones contenían momentos valiosísimos, esa era su vida lo de ahora una insufrible prolongación que no se atrevía a interrumpir porque sabía que allí, en uno de los hospitales cercanos al mar, necesitaban su dinero para seguir con el tratamiento. Esa certeza era lo único que le mantenía en pie, eso y las pocas cartas que llegaban a sus manos. La incomunicación a la que los médicos las sometían repercutía en sus huesos, del mismo modo que el sufrimiento de no ser él quien padeciese aquella enfermedad.

Había despedido a Leo. De vez en cuando se lamentaba de ello pues era rigurosa y precisa en todo y su presencia había llegado a hacerse indispensable en la casa. No encontró ninguna razón coherente para echarla e intuyó que la verdad sería más digerible para ella que cualquier reproche infundado. Le dijo que no podía soportar más sus ojos llorosos ni el lamento perpetuo que asomaba en sus labios, que él se estaba volviendo intratable, ermitaño, extraño e insensible hacia los demás, que la apreciaba demasiado como para someterla a la tortura de convivir en aquella casa con un ser que tarde o temprano dejaría de poseer la poca humanidad que le quedaba, que le pagaba dos meses por adelantado y que, si llegaban a arreglarse las cosas, la volvería a llamar enseguida. Leo no aceptó el dinero, tampoco entendió muy bien las razones de Miquel pero le tranquilizó diciendo que ella se iba a casa de Alfonso, el hijo del carnicero, y que no tenía ningún tipo de deuda con ella, pues se iba a casar y pronto fundaría una familia. Sin embargo él se quedó intranquilo sumando su inquietud por, quizá, haber destrozado la vida a aquella muchacha a la interminable lista de dolores y cargas que soportaba su espíritu.

Por las noches daba vueltas en la fría cama intentando dormir sin conseguirlo. Notaba en cada músculo de su cuerpo el cansancio acumulado de las largas caminatas por las tardes. Se descubría reviviendo mentalmente su primer viaje juntos, deseando encontrarse a su lado de nuevo, volver a dormir abrazados y despertarla por las mañanas con sus besos.

...

lunes, 14 de marzo de 2011

Tarjeta postal

Un pequeño tesoro rescatado de un mercadillo en el puerto de Barcelona:



Postal 1: 11 de Abril de 1919 a Dolores Torres de Sala.

A su gentilísima y saladísima mujer, la más hermosa de todas las mujeres. La felicita en el día de su santo su marido que la quiere con toda el alma.
Miguel Sala

Postal 2: Marzo de 1919 a Miguel Sala

Querido Miguel,
Recibí con tardanza tus felicitaciones, aún así las agradezco. No te digo el número de la nueva celda porque hasta las cuatro no me la daran. La nena está muy contenta, no ha tosido hasta ahora y parece que el tratamiento le probará.
Recuerdos para la tía y no te entristezcas.
Tu esposa que te quiere, Dolores Torres de Sala

Así, como lo ven encontradas recientemente unas postales de 1919 que se responden entre si...

viernes, 23 de abril de 2010

Sant Jordi

Saludos lectores,

Cuenta la leyenda que hace muchos, muchos años en la antigua ciudad de Barcelona se asentó un dragón que tenía atemorizada a toda la población. Los caballeros del rey intentaron por todos los medios deshacerse de él, pero fueron pereciendo uno a uno lenta y dolorosamente hasta que ya no quedó en todo el reino un solo hombre capaz de levantar una espada. Los habitantes del reino se vieron forzados a intentar el diálogo con la bestia y acabaron cediendo a proporcionarle al dragón como sustento una joven muchacha a finales de cada mes con la condición de que él no buscase alimento por su propia cuenta y sin consentimiento expreso del Rey. Así pues los meses fueron pasando y cada vez había menos muchachas, menos hombres y menos vida. Un hermoso mes de Abril por pura maldad del azar le tocó a la joven princesa ser ofrecida al dragón como vulgar pieza de comida. El Rey movió cielo y tierra para que aquello no ocurriera pues era su hija su flor más hermosa y su ansia por preservarla le llevó a ser egoísta. Aún así se vio obligado a ceder a las súplicas del pueblo y entregar a la princesa con toda la opulencia del plato más caro y delicioso.


Casualmente pasaba por aquellos lares un humilde caballero conocido por su honor sin par, su gran devoción católica y su gran manejo de la espada. Sant Jordi le llamaban a tal noble, rico, digno y apuesto caballero que frente al dragón sin demora blandió su espada demoledora atravesándole el corazón y liberando de sus garras a la hermosa princesa. La sangre del dragón manó a borbotones, cubriendo la tierra de un rojo intenso y de allí, de pronto, por milagro, por azar o sencillamente por casualidad comenzaron a brotar las más hermosas rosas. Sant Jordi cortó una con su espada y arrodillándose se la ofreció a la princesa que sin un momento de vacilación su mano le dio. Y esta es la razón por la que cada 23 de Abril todos los hombres de por aquí regalan a sus amadas la más bella rosa de las paradas.



Ese mismo día de hace menos años aquí, también por destino o por casualidad, tuvieron a bien fallecer el gran Miguel de Cervantes pluma y voz de nuestra tierra y el gran William Shakespeare pluma, voz y verso de los ingleses que, como siempre, tenían que ser de Europa los extraños y por ello Vivian en otro calendario. Esa es la razón por la que cada 23 de Abril todas las mujeres regalan a sus hombres un libro en honor a la literatura y a su amor.



Últimamente, y cada vez más, hay un movimiento paralelo que como mujeres que son exigen también recibir un libro este maravilloso día pues se creen también dignas de rendir homenaje a la literatura que es capaz de matar dragones, amar por todo lo alto y transportar a mundos paralelos de lo que sucede, sucedió o sucederá.

¡Feliz Sant Jordi!

viernes, 12 de marzo de 2010

Miguel Delibes

Saludos lectores,

Es triste leernos en estas circunstancias... Lamentablemente, suele pasar.

El Camino, El Hereje, Las ratas, Los Santos Inocentes, Cinco horas con Mario, La sombra del ciprés es alargada...La Mortaja.

"El fin de todo es inevitable" (J. Gaarder)

Nada más que rendirle un pequeño homenaje a tamaño escritor que nos dejó esta mañana. Siempre me apena la desaparición de un escritor que me agrada...

viernes, 15 de enero de 2010

Tómalo como viene


La vida hay que tomarla como viene. Ya se sabe que en pocas ocasiones ésta va a ser lo que de ella esperabas, pero al fin y al cabo la vida que tú conoces es la única que vas a vivir jamás. Desperdiciarla en sueños y lamentos no la va a hacer ni más real, ni más valiosa, ni más digna. Tu vida va a seguir siendo enteramente tuya por muchas vueltas que le des a su sentido. Es una única oportunidad que se te brinda de poder vivir como es debido, por eso hay que ahuyentar los malos pensamientos, la tristeza, los reproches y la melancolía no tienen sentido en una vida. Porque tiene que ser realmente auténtica y viva en toda su durada. Uno no puede estarse preguntando eternamente si es correcto o no lo que hace, si hace lo que debe o si simplemente hace lo que quiere. Porque la vida tan solo es una y hay que disfrutarla al máximo. Por muy cruel que sea, por muy dolorosa la existencia, uno siempre puede hacer frente a los malos momentos con una sonrisa, hay que intentar ser fuerte. Aún más, hay que conseguirlo. O al menos disimularlo, no se puede cargar a otro con las penas que uno tiene porque la mayoría de las veces las penas que a uno le puedan parecer las más tormentosas y horribles son superadas con creces por las penas de alguien que sigue existiendo sobre la capa de la tierra.

No hay que rendirse ni perder la esperanza, porque pase lo que pase la vida sigue. Y el mundo, también y la tierra sería tierra sin ti del mismo modo que la vida no necesita de uno mismo para seguir existiendo. Si tu mueres los demás siguen vivos, no eres indispensable tenlo siempre presente. Piensa en lo efímero que puede ser todo y asegúrate que cada uno de los momentos que vives sean dignos de ello. No te tortures, no te lamentes, no te quejes más de lo que debas. Tampoco hagas sufrir a los demás, limítate a vivir. A disfrutar de la experiencia de la vida e intenta, sobre todas las cosas, ser feliz. Porque la felicidad es eso, es la meta máxima a la que aspira un ser vivo.

Todo el mundo que se precie busca su propia felicidad, lo verdaderamente cruel es que la felicidad individual puede tropezarse muchas veces con la felicidad de otro y entonces la desdicha de alguien amarga tu felicidad. Si uno llega a ser consciente de eso, automáticamente deja de ser feliz ya para siempre. Y, quien sabe, igual sin felicidad o sin la vaga esperanza de una felicidad futura la vida no tiene sentido. Porque si uno no se da cuenta de lo que vale, el camino no llega a ninguna parte. Aún así, siempre aún en lo más oscuro del mundo, la vida acaba por tener sentido. Porque desde el momento en que se inicia una vida esta tiene un sentido, un inicio, un desenlace y un final. El problema esta en nuestro afán por demostrar que unas vidas son mejores que otras. Si todo el mundo fuese altruista harían lo posible por una felicidad colectiva, llegando así todos al sentido máximo de la vida. Pero esto es soñar. Y de sueños uno no vive. La vida es dura, cruel, asquerosa, inmunda y muchas veces decepcionante. Pero a pesar de todo es vida y el mero hecho de ser vida ya la convierte en algo indiscutiblemente valioso.

Puede ser paradójico pero pocos son los miserables que llegado el momento no suplican por seguir viviendo, por muy rastrera y repulsiva que haya sido su propia vida. Así pues, la vida en si es algo importante y para vivir con algo de consecuencia y algo de sentido en ella misma hay que intentar, al menos, por todos los medios llegar a un atisbo de felicidad. Aunque suene imposible si uno pone todo su empeño y se dedica a afrontar los nimios problemas que nos empeñamos en hacer que parezcan montañas con una sonrisa, buena voluntad y ganas de solventarlos lo mejor posible, se puede llegar a conseguir una vida verdadera. El camino está marcado, tan solo hay que seguirlo. Esta en las manos de uno mismo ser feliz o desdichado, uno puede escoger su propio destino. Pues el destino divino no existe, todo son consecuencias a los actos propios o a las condiciones a las que se ha visto expuesto uno mismo. Así pues, vive.

Que la vida, 2009

domingo, 15 de noviembre de 2009

Tras un largo período de descanso

Saludos lectores,

Más que nada no quiero que esto acabe muerto del todo. ¿Qué mejor que reanimarlo con una poesia? Volveré a escribir largas entradas.

Por mí se llega a la ciudad doliente.
Por mí se avanza hacia la eterna pena.
Por mí se va tras la perdida gente.

Dios al pecado señaló condena
Dante a la vida señaló comedia
Y a las puertas de la muerte
Una divina inscripción, incipiente.

Al fin de su camino
Vuelve la vista a la alianza
Sabiendo de su destino
Sin remedio, pierde toda esperanza. .

Siempre, en todo momento
En todas las épocas y todas las eras
Ha existido un portento
Para preguntarse lo que uno era.

Desde los altos montes desconocidos
A los abismos submarinos.
Desde las altas torres de Babel
A los maltrechos trozos de papel.

Se sabe que futuro promete enredos
Y que presente escapa entre los dedos.
Mientras que pasado, menos todo,
Es acúmulo de recuerdos.

Que la vida se va en un suspiro
Y sin querer, ya apenas respiro.
Que la vida es como un río
Que surca los vuelcos del destino.

Que al final, miles de buitres callados
Acaban extendiendo sus alas
Bailando al son de los muertos,
Mostrando su silenciosa danza.

Pero siempre queda el consuelo
Más allá de toda esperanza
De haber vivido pisando el suelo
Gozando de salud y bonanza.

Acompañando en el último aliento
Un coro de cuervos cantores
Que como el ave de Poe
Graznan entre lamentos:

Nunca más,
Nunca más.
Nunca más.

Orgulloso piensa que
Peor que nada es no haber sido
Y sus últimas palabras
Las dirige al destino:

Yo, al menos fui,
Aunque en un descuido.

Por mí se llega a la ciudad doliente.
Por mí se avanza hacia la eterna pena.
Por mí se va tras la perdida gente.

Vida, 2009